Y tú, ¿qué has aprendido?

El ser humano es formidable. Tenemos la capacidad de sentir empatía, bondad y afecto por las personas y en las situaciones más agobiantes, como la que vivimos actualmente, sabemos sobreponernos y ayudarnos sin esperar nada a cambio, demostrando a la humanidad que aún es posible tener fe en nosotros.

Sin embargo, también somos una especie egoísta por naturaleza, y el constante ajetreo de nuestras vidas nos ha llevado a pasar por alto cuestiones muy importantes que, además de afectarnos, perjudicarán mucho más a las generaciones futuras.

El planeta lleva muchos años hablándonos. Nos ha estado diciendo sin cesar que era hora de frenar, de empezar a hacer las cosas bien y de dejar de pensar en nosotros mismos. Sin embargo, no le hemos escuchado y el resultado de todo nuestro egoísmo es un planeta que languidece y agota sus recursos. Un planeta en el que cada vez es más difícil respirar aire limpio, en el que cada vez hace más calor y en el que las especies están desapareciendo por no poder adaptarse a las nuevas condiciones climáticas derivadas del calentamiento global.

Es ahora cuando el planeta, enfermo, nos ha dado la mayor lección que podía darnos. Nos ha obligado a parar. A todos nosotros. Grandes y pequeños, ricos y pobres. Todos hemos tenido que dejar de lado nuestra ajetreada vida y taparnos la boca porque el planeta nos ha hecho desconfiar del aire que respiramos.

Este es el momento. El momento de escuchar, de cambiar, de dejar de pensar como un solo individuo y empezar a pensar como un colectivo común con un objetivo claro, cambiar el planeta.

En Closca estamos firmemente convencidos de que esto es posible. Por eso hemos querido crear un símbolo de estos tiempos que vivimos, mientras nos preguntamos si aceptaremos las máscaras en nuestro estilo de vida, o por el contrario, si seremos capaces, al ponérnoslas, de pensar que nuestro nuevo reto es conseguir que nuestros hijos no tengan que llevarlas nunca más.

Y tú, ¿qué has aprendido?